El año próximo, 2012, será bisiesto, una particularidad que sucede cada cuatro años y que viene a corregir las diferencias en el calendario, ya que en realidad cada año tiene 365 días y 6 horas, y con ello evitar que las fechas astronómicas y cronológicas dejen de coincidir.
La colocación de los años bisiestos, uno de cada cuatro años, fue implantado por Dionisio 'El Pequeño', un monje de Turquía que en torno al año 200 (d.C) halló la diferencia entre lo que contaba el calendario juliano y la realidad, y por el que si ese desajuste no se corregía, en el plazo de 500 a 600 años el solsticio de verano podría suceder en el solsticio de invierno y viceversa.
De este modo, ha añadido que el año bisiesto -cuando febrero tiene 29 días en vez de 28- viene a corregir el hecho de que cada año tiene 365 días y 6 horas, que no se contabilizan y que se suman cada cuatro años formando un nuevo día y, por ende, un año de 366 días.
De este modo, Mandianes ha señalado que entre las "consecuencias más dramáticas" de no existir el año bisiesto, los seres humanos no podrían seguir el ciclo de la naturaleza, ya que, por ejemplo, la floración de las plantas reventaría en lo que conocemos como verano cronológico. "Si no añadimos a febrero no podríamos controlar ningún fenómeno a través del calendario", ha insistido.
Además, el hecho de que ese día de más se añada en febrero se debe a que el cómputo que se realiza depende del solsticio de invierno y de la distancia de la luna respecto a la Tierra.
La colocación de los años bisiestos, uno de cada cuatro años, fue implantado por Dionisio 'El Pequeño', un monje de Turquía que en torno al año 200 (d.C) halló la diferencia entre lo que contaba el calendario juliano y la realidad, y por el que si ese desajuste no se corregía, en el plazo de 500 a 600 años el solsticio de verano podría suceder en el solsticio de invierno y viceversa.
De este modo, ha añadido que el año bisiesto -cuando febrero tiene 29 días en vez de 28- viene a corregir el hecho de que cada año tiene 365 días y 6 horas, que no se contabilizan y que se suman cada cuatro años formando un nuevo día y, por ende, un año de 366 días.
Seguir el ciclo de la naturaleza
Así, ha destacado que Dionisio 'El pequeño' observó que para que todas las fechas coincidieran en el tiempo, era preciso que febrero tuviera un día más, para hacer realidad esas seis horas que de más que no se cuentan el resto de los años.De este modo, Mandianes ha señalado que entre las "consecuencias más dramáticas" de no existir el año bisiesto, los seres humanos no podrían seguir el ciclo de la naturaleza, ya que, por ejemplo, la floración de las plantas reventaría en lo que conocemos como verano cronológico. "Si no añadimos a febrero no podríamos controlar ningún fenómeno a través del calendario", ha insistido.
Además, el hecho de que ese día de más se añada en febrero se debe a que el cómputo que se realiza depende del solsticio de invierno y de la distancia de la luna respecto a la Tierra.
Quedan pequeñas diferencias
Respecto a las creencias populares, ha subrayado que éstas son de gran importancia y que antiguamente se decía que los niños que nacían en años bisiestos eran personas especiales, con poderes, o que podían ser curanderos. Sin embargo, a su juicio, si los bisiestos son años extraordinarios es porque ocurren cosas extraordinarias o no en años bisiestos, no por el mero hecho de serlo. "Las creencias populares son muy importantes, pero desde el punto de vista cultural, ya que desde el científico demuestran que esto no tiene ninguna relación con hechos especiales", ha concluido.Es muy interesante que no todos los años sean iguales, sino que alguno tenga pequeñas diferecias que los haga distintos y extraordinarios.
Acabamos de comenzar un nuevo año, que resulta ser un año bisiesto, puede que este año nos traiga nuevas sorpresas. Aunque nosortras no creemos en esos mitos de que los niños que nacen en años bisiestos son especiles, ni tienen poderes ni nada, puede que sean grandes personas, que nos cambien nuestra forma de vivir, pero eso ya lo iremos viendo.
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